Por Óscar González
Los sempiternos primeros lugares nacionales que ocupa Quintana Roo en incidencia de crímenes de género, explotación sexual y prostitución infantil se deben, seguramente en gran medida, a la actividad económica principal —casi única— del estado, que es el turismo. No queremos expresar implicaciones infundadas, por lo que, culpabilidades aparte, es absolutamente necesaria la colaboración de los hoteleros y toda la gama de prestadores de servicios relacionados con la lucrativa industria, por lo que sorprende que luego de décadas de un creciente boom apenas se le ocurra a alguien, desde la XVII Legislatura, buscar que sea a través del empresariado como se combatan dichos flagelos.
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