Por ejemplo, la semana pasada se acusó “guerra sucia” en Cozumel contra la presidenta municipal de Morena, Juanita Alonso, con ese método. Hasta la oposición lamentó el hecho que intentó enlodar la incipiente carrera hacia el próximo año. En dicho caso quedó claro que la representación no era real, pero habrá que poner ojo más adelante y en otros municipios porque las acciones propagandísticas pueden engañar a cualquiera.
La inteligencia artificial se ha usado para analizar datos, perfiles y generar mensajes personalizados para campañas electorales, aunque la forma en que ahora está impactando debe poner a trabajar en aspectos no considerados. Surgen visiones catastróficas respecto de cómo influirá en ese mundo, donde los intereses se multiplican. Es la nueva tentación de enojados e inconformes.
Desde luego, no pocos aspiran utilizarla para detectar datos que sean fundamentales durante una campaña y para reconocer quiénes son los electores, qué les gusta o molesta, y con ello generar una óptima estrategia que permita tener mayor participación, retroalimentarse, mantener la cercanía y ser más certeros en las propuestas. Su buen uso igual es ilimitado por tantas ventajas.
El trayecto es largo hasta junio del 2024. Apenas se ven los primeros casos que inquietan por el uso inadecuado que se le ha dado, por lo que sin duda se consolidará como un escenario con desafíos aún insondables.
DESORBITADO
Morena presentó a las cinco mujeres y los cuatro hombres que competirán en las nueve entidades. La mayor atención fue para la designación de Clara Brugada en la Ciudad de México, en perjuicio de Omar García Harfuch, quien, aun cuando ganó las encuestas, no quedó como coordinador de los comités de defensa por la regla de género.
Justamente Harfuch fue un afectado por la inteligencia artificial en un polémico audio con la voz del jefe de Gobierno capitalino, Martí Batres, en el cual se le escucha dar órdenes para afectarlo en la carrera interna por la candidatura.